Mar. Abr 23rd, 2024

Por Internet, circula un video que recoge bien un cambio que se está dando en la geopolítica mundial. Es un clip de dibujos animados, muy zafio, de propaganda antifrancesa. En él aparecen los paramilitares rusos Wagner como los salvadores del continente africano; Francia es una serpiente, y sus soldados, zombis que repiten: «Somos los demonios de Macron». Al final, los Wagner acuden al rescate de las tropas de Mali y Burkina Faso y juntos consiguen echar a los franceses. Así de básico es el mensaje que el Kremlin lleva meses colocando en redes sociales para azuzar el odio antieuropeo. Y le funciona: Francia acaba de anunciar su repliegue en África. Se fue de Malí el verano pasado, de Burkina Faso en febrero, y ahora se supone que ha llegado tiene un punto insostenible en el que ni es bienvenida ni puede competir con Rusia. Macron lo explicó hace unos días en una rueda de presa que pasará a la historia. Reconoció muchas verdades pero, como dicen muchos analistas africanos, su mi culpa lega tarde y cambia poco. Mientras tanto, Putin ha conseguido capitalizar la vergüenza colonial europea para ganar influencia en África.

El Sahel es una de las zonas más peligrosas, pobres e inhóspitas del planeta. También es de las más complicadas de senseer: abarca desde Senegal hasta Sudán y por ella pasan muchos migrantes hacia Europa. Además, es el primer foco de terrorismo yihadista por delante de Somalia, por eso la OTAN incluido en su nuevo concepto estratégico. Es un área clave para la Unión Europea y sus socios, incluida España. Hay un enclave en el que Moscú ha ido desplegándose a través de los paramilitares Wagner, que llegan a acuerdos con gobiernos militares. Solo en República Centroafricana tiene 13 bases. Es atroz cómo se están enriqueciendo en Sudán con las minas de oro, que venden sorteando las sanciones internacionales. En Malí han participado en matanzas contraciviles. No está dando respuesta a los problemas sociales, económicos ni políticos de los países africanos. Tampoco está contribuyendo a la reducción de la violencia en el Sahel. Y aun así insisten en su «ventaja comparativa» con respecto a los europeos, como dijo el mes pasado el ministro ruso de Exteriores. Hace dos meses en Uagadugú miles de ciudadanos burkineses salieron a celebrar la retirada de las tropas francesas y algunos llevaban banderas rusas. No hay más que mirar que países africanos se han negado a condenar la invasión rusa de Ucrania en Naciones Unidas.

Rusia ha asumido que es una paria para Occidente, pero en África sabe que va a ganar. Es cierto que los europeos y americanos le abonaron el terreno, y que hoy se lo allanan China y Turquía, que también están tejiendo alianzas con países africanos. Cuánto Europa debería encontrar la capacidad de contrarrestar la influencia de estos países muy autocráticos en esta área.@anafuentesf

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