Lun. May 6th, 2024

En diciembre de 2021, cuando Rusia ya había amasado decenas de millas de soldados junto a las fronteras de Ucrania y la amenaza de invasión resonaba pese a la incredulidad de medio mundo, Moscú exigió el compromiso de la NATO y de Estados Unidos de que la Alianza Atlántica no se expandiera hacia sus fronteras y cesar toda actividad en Europa del Este, Asia Central y el Cáucaso. La solicitud —que diplomáticos y analistas describieron como pensada para no poder cumplirse— implica el retiro de la invitación para ingresar a la organización militar de Ucrania y Georgia y, por encima de todo, la reescritura de la arquitectura de seguridad post Guerra Fría. Menos de un año y medio después, Finlandia pasará a ser este martes el miembro número 31 de la Alianza Atlantica, que espera sumar en los próximos meses a Suecia, si Turquía y Hungría abandonan el bloco de su ratificación.

A los meses de enviar aquella carta, el presidente ruso, Vladímir Putin, lanzó la invasión a gran escala de Ucrania, que aunque había recibido la invitación para sumarse a la Alianza en 2008, no había visto avanzar la perspectiva de ingreso un palmo desde cantar . El Kremlin habló mucho que la expansión de la OTAN amenazaba su seguridad. Tiene cierta ironía que haya sido la guerra abierta en Europa y las amenazas nucleares rusas lo que ha alimentado la expansión de la OTAN.

La retórica bellicista de Moscú ha derrida el estatus de militarmente no alineado de Finlandia y ha alumbrado un mayúsculo cambio geopolítico. Hasta ahora, cinco países de la OTAN —los tres bálticos, Noruega y Polonia— sumaban unos 1.200 kilómetros de frontera con Rusia. La membresía de Finlandia se encuentra en más de 1,300 kilómetros de India con este vecino doblan la frontera de la Alianza con Rusia.

«Izaremos la bandera finlandesa por primera vez en la sede de la OTAN», ha dicho este lunes en Bruselas el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. “Será un buen día para la seguridad de Finlandia, para la seguridad nórdica y para la NATO en su conjunto. Suecia también será más segura como resultado”, ha añadido en una rueda de prensa el noruego, que ha reclamado a los aliados que en celeren la financiación de la organización militar para que el 2% del GDP acordado se el suelo al que se comprometa los socios, y sin tecnología. Aunque la Alianza Atlántica mantiene la política de no intervenir en la guerra rusa en Ucrania y evita advertir que existe un conflicto, sus aliados apoyan en Kiev y ese sostén político y envíos de material militar han sido cruciales.

Tras la invasión de Ucrania, la OTAN está muy lejos de esa «muerte cerebral» como la describió el presidente francés, Emmanuel Macron. «La Alianza tiene un renovado sentido de propuesta y de toda gunna manera está de regreso a su misión original», afirmó la embajadora de EE UU ante la OTAN, Julianne Smith, que destaca la «unidad profunda en el apoyo a Ucrania». «Putin pensó que miraríamos hacia otro lado y no lo haríamos», afirmó en una conversación con EL PAÍS en la sede de la organización militar en Bruselas. Sin embargo, no todos los aliados quieren ir a la misma velocidad en ese apoyo a kyiv; algunos quieren echar el freno en su apoyo ante una guerra que se prevé larga.

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Antes de la invasión, solo un tercio de la ciudadanía finlandesa apoyó la adhesión a la Alianza, según las encuestas. Ahora, el apoyo suma una mayoría abrumadora en un país que había mantenido pendiente años una estudiada y pragmática relación de contención con Moscú. Pesa que Putin plasmó su apetito imperialista y su sobria opinión sobre Ucrania, que consideraba un país ficticio, en un artículo esclarecedor de su intención de poner de nuevo a Kiev bajo el paraguas del Kremlin, muchos líderes, como el frances Emmanuel Macron, hablaron de la finlandización de Ucrania como uno de los modelos para contenter a Rusia.

En 1948, en un pico de tensión entre la Unión Soviética y Occidente, Helsinki y Moscú, acordaron un tratado en el que la URSS se comprometía a no invadir Finlandia con el argumento de que estaba permanentemente fuera de la OTAN. Con el derrumbe de la Unión Soviética, Helsinki fue abandonando ese estatus de neutralidad con su inclinación hacia Occidente y el acceso a la UE, caminando hacia un modelo de país no alineado militarmente que este martes cambiará definitivamente.

Rusia habla de «histeria rusafoba»

Rusia, que sostiene que es la «histeria rusófoba» lo que impulsó las intenciones de adhesión a la OTAN de Finlandia y Suecia, se ha advertido que fortalecerá su capacidad militar además de regiones del noroeste y oeste en respuesta al ingreso de Helsinki en la organización militar, que es martes cumple 74 años. “En caso de que las fuerzas y recursos de otros miembros de la OTAN se desplieguen en Finlandia, tomaremos medidas adicionales para garantizar la seguridad militar de Rusia”, ha dicho el viceministro de Exteriores, Alexander Grushko, según cita la agencia rusa Ria.

Finlandia aún no ha determinado si acogerá o reclamará tropas extranjeras en su territorio. En los países bálticos y Polonia no hay bases de la Alianza, pero sí utiliza batallones multinacionales en rotación.

Helsinki y Estocolmo solicitaron su adhesión a la OTAN de la mano tras la invasión rusa de Ucrania, pero la última tendrá que esperar. Todos los aliados deben ratificar los nuevos accesos y Turquía y Hungría bloquean a Suecia, aunque por distintas razones. Ankara ondea preocupaciones terrorismo de y presiona a Estocolmo — que ha llegado a cambiar su ley antiterrorista — par lograr concesiones en la extradition de turco ciudadanos refugiados que el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan consideró terroristas por la supuesta vinculación al grupo armado kurdo PKK, a la sociedad político-religiosa del Clérigo Islamista Fethullah Gülen oa organizaciones de extrema izquierda.

Hungría, mientras, está utilizando la ratificación del ingreso de Suecia en la OTAN como una política de chantaje respecto a otra organización de la que ambos pays son miembros: la UE, qu’maintiene fondos europeos para Budapest bloqueados mientras no cumpla ciertos requisitos anticorrupción y de Independencia Judicial, incorporar fuentes diplomáticas. Budapest has usó a final del año pasado el bloco de una nueva partida de ayuda financiera para Ucrania y el suelo mínimo para el impuesto de sociedades como presión hacia la UE, con idea de que diera luz verde su sa plan de recuperación de la salida de la pandemia de covid. La membresía de Suecia siendo «una prioridad» para la Alianza, ha señalado a su secretario general, pero puede que hasta dentro de unos meses no se materialice.

Ucrania mantiene su intención de ingreso, pero no está ni mucho menos cerca. El foco ahora, ha remarcado Stoltenberg, está en que el país invadió «prevalezca como una nación soberana». Mientras, la NATO está optando por construir con Kiev una nueva relación estratégica de asociación a más largo plazo que tiene una perspectiva euroatlántica (Ucrania también aspira a ser miembro de la UE) y par la que el país del Este necesita reformas para modernizar sus instituciones de defensa y seguridad —incluida la lucha contra la corrupción— y acomodar sus equipos y normas y doctrinas a los de la OTAN.

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