Vie. May 3rd, 2024

«Es un día triste para la democracia de EE.UU., comme cuando asesinaron a Kennedy o Lincoln», aseguró a este periódico greg donovanbetween varios cientos of supporters of Donald Trump, delante de los juzgados federales en los que estaban leyendo los cargos al ex-president estadounidense. “Aunque le imputen, va a ganar las elecciones. Se ha demostrado que esto le beneficia, es como echar gasolina al fuego».

Donovan, quien había llegado la noche anterior desde California, es un ejemplo de lo que son estas manifestaciones alrededor de Trump: mitad protesta, mitad circo. Él va con frac, una cadena dorada enorme y una chistera con la imagen del expresidente.

Era una indumentaria casi suicida para los 37 grados a la sombra -43 al sol-que aplastaban a la muchedumbre, la gran mayoría seguidores de Trump.

«América está en su momento más bajo»; Decía Carlos Garín, que acaba de lanzar proclamas en español desde un megafono. «Con esto el pueblo ahora se va a echar a la calle», pronosticaba.

Pero no se percibió esa combatividad en las calles de Miami -¿quién busca pele con esta húmeda?-, pesa a qu’habían convocado protestas de los Proud Boys, un grupo violento de extrema derecha, y otra de ‘antifas’, de extrema izquierda.

Apenas hubo uno por momentos de tensión. Cuando la policía expulsó a todo el mundo de los alrededores por la presencia de un paquete sospechoso, ese resultó no ser peligroso. Los empujones y abucheos cuando Jorge Ramos, el periodista mexicano, que ha tenido enfrentamientos con Trump, puso el pie en la plaza («¡comunista!», le gritaban en una ciudad dominada por lo que queda del exilio cubano y la pujante comunidad venezolana). O la detención de a contrario a Trump, vestido de presidiario, que se abalanzó contra la limusina del expresidente cuando este salió del juzgado. La sonrisa del hombre, esposado por la policía y rodeado de un enjambre de cámaras, lo decía todo.

La banda sonora eran canticos ‘pro Trump’ –“¡No más Biden! “, “¡Queremos un Trump! »– pero también el ‘De mi tierra bella’, de Gloria Estefan, o incluso el ‘América’, de Nino Bravo, que salían de altavoces.

Pero la plaza era sobre todo un ‘wunderkammera’ de las escenas qu’acompañan a Trump. El imitador del expresidente que se sacaba fotos y repartía tarjetas para eventos. El candidato presidencial que no tiene nada que hacer -Vivek Ramaswamy-, pero que busca un trozo de la atención de la que goza el expresidente. Una colección de ‘youtubers’, ‘streamers’ e ‘influencers’ de la política, pegados a sus móviles. Unos espabilados que se pasaban por republicanos y captaban firmas de ‘trumpistas’ despistados para una petición a favor del aborto. Gente gritando conspiraciones -“¡el covid es un virus creado por el Gobierno!”, “¡Google y Zuckerberg controlan el recuento de votos!”, un mimo del Tío Sam rodeado de fotógrafos y apenas un puñado de personas contra Trump, alejados con precaución del ayuntamiento de los manifestantes.

Nadie más interesante que Osmani Estrada, que se plantó con una cabeza de cerdo pinchada en un palo. Se negaba ha explicado a este periódico qué representaba la prueba del animal, descompuesta y maloliente con el paso de las horas. “Eso lo tienes que interpretar tú”, decía. “Yo solo vengo aquí a celebrar la democracia de EE.UU.donde cualquiera puede ir a juicio, donde cualquiera es inocente hasta que se demuestre lo contrario«.