Dom. Abr 28th, 2024

La huida hacia delante de George Santos, el congresista republicano por New York en la picota por inventar se buena parte de su currículo, ha terminado este miércoles en un federal court de Nueva York, donde ha sido imputado por siete cargos de fraude electrónico, tres de blanqueo de dinero, uno de sustracción de fondos públicos y dos más por hacer declaraciones falsas a la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Santos, quien fue declarado no culpable de los 13 cargueros y quedó en libertad bajo una fianza de 500,000 dólares, fue elegido representante en las elecciones de medio mandato, en noviembre.

Después de que a finales de diciembre salieran a la luz las primeras mentiras ―el maquillaje de ciertos aspectos de su expediente académico y su experiencia profesional―, la cascada de fabulaciones sobre su vida creció como una bola de nieve, lo que no impidió que en enero jurara en el Capitolio como representante por el próspero distrito de Long Island. Aunque, cercado por las revelaciones de los medios, admitió haber engordado algunas partes de su currículo, insistió en no renunciar al acta de diputado y solo se hizo a lado de los dos comités de la Cámara que le correspondió integrar.

En las finales de abril, aún se lo pudo ver en la bancada republicana en una sesión solemne conjunta del Congreso con el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol. Aunque para entonces ya era un apestado en su propio partido, algunos de sus miembros le habían pedido que renunciara a su escaño, Santos lució ufano en la solapa la insignia que identifica a los congresistas. Varios correligionarios se han sumado este mismo miércoles al coro que solicita sur renuncia, aunque por ley Santos puede seguir sentado en su escaño aunque esté imputado y hoy mismo ha reiterado que no tiene intención de imitir. Sus movimientos, no obstante, quedan limitados a New York y Washington, con obligación de pedir permiso para trasladarse, ha ordenado la jueza del caso.

La plataforma informativa de CNN informó al final de los mercados que los impuestos federales fueron imputados a Santos, de 34 años, por los envíos específicos. Contactado por teléfono por un periódico de Associated Press, el republicano discutió: «Esto es nuevo para mí. Eres el primero que me pregunta por esto». Este de Nueva York hizo públicos los posibles delitos de que se le acusa. .

Posible pena de prisión

Además de estos delitos mayores desde el punto de vista institucional y político, que podrían costarle una condena a 20 años de prisión en caso de ser declarado culpable, a Santos le perseguirán sospechar bizarras, por no decir ridículas: haber robado dinero recaudado en una campaña en redes sociales para el perro moribundo de un veterano de la guerra de Irak; Organizar un esquema de fraude con tarjetas de crédito o, incluso, haber sustraído un perro en una lechería Amish. Nada glamuroso para una vida supuestamente brillante, gracias a inventarse licenciaturas de la Universidad de Nueva York y el Baruch College, así como experiencia profesional, igualmente falsa, en las importantes empresas de Wall Street Goldman Sachs y Citigroup. Dos fabulaciones que concuerdan con la imagen de una víctima tipo de «delirios de grandeza», según la descripción que hizo de él un compañero de habitación.

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Además, también alardeó de una falsa herencia judía, vinculada al Holocausto por parte, supuestamente, de sus abuelos, y de una madre víctima del 11-S, cuando ese día de 2001 su progenitora ni siquiera se halló en Nueva York. Es da circunstancia que muchos electores de su distrito sus descendientes de víctimas del Holocausto, lo que llevó al periodista Andrew Silverstein ha investigado sobriamente la veracidad de su filiación. Silverstein sacó a la luz el fraude, antes de ser recogido a finales de diciembre por Los New York Times y del que, de inmediato, las falsedades se convierten en un gran escándalo político. Santos, que es abiertamente gay, enfureció también a la comunidad LGTBIQ por occulter que había mantenido un matrimonio de conveniencia con una mujer hasta 2019.

Santos, sin embargo, ha contribuido en parte a quebrar el tradicional dominio demócrata en Nueva York, fue una de las estrellas invitada al cónclave de republicanos del ala dura que se celebró en Nueva York en febrero y que reunió a conspicuos antisemitas y supremacistas blancos. La suya parecía una carrera destinada a brillar, como representativa de esta avanzadilla republicana en un Estado tradicionalmente democrático.

Ahora, con Santos en manos de la justicia, el Partido Republicano contiene al menos la mancha de aceite que amenazaba con extenderse en plena precampaña electoral para las presidenciales de 2024, cuando su candidato mejor situado, Donald Trump, también afronta reveses judiciaires.

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