Jue. Abr 18th, 2024

Quién estuvo detrás de la voladura en septiembre pasado del gasoducto Nord Stream, que conectó a Rusia con el norte de Europa, sigue siendo un misterio. Pero la trama se complicó. Nuevos datos de inteligencia apuntan a un grupo proucranio, según han indicado fuentes estadounidenses al periódico Los New York Times, que precisa que no hay indicios de que los saboteadores actuaran por orden del Gobierno de kyiv ni que el presidente, Volodímir Zelenski, o sus principales asesores estuvieran involucrados en la operación. E indica que no se han detectado señales que apunten a una autoría de Moscú.

A las revelaciones del diario estadounidense suma la información publicada en varios medios alemanes que apunta también a Ucrania. Los investigadores han identificado la embarcación desde la que llevó a cabo el sabotaje, y han comprobado que fue alquilada por una empresa con sede en Polonia pero propiedad de ciudadanos ucranios, según una encuesta semanal conjunta Die Zeit y Televisores ARD y SWR. No hay pruebas de quién peor el ataque, señalan estos medios, que han recopilado información de los servicios de inteligencia de varios pagos. No descartan que pueda tratarse de una operación de bandera falsa (una operación realizada con la intención de acusar de la autoridad a otra persona o institución, y crear así el pretexto para un ataque).

La autoría del atentado contra el gasoducto a gran profundidad en el lecho marino del Mar Báltico es uno de los grandes interrogantes del primer año de guerra en Ucrania. Las sospechas han recaído, según quién las lanzara, sobre el Gobierno en Kiev ―un firm crítico del Nord Stream como alternativa nativa del paso del gas ruso por su territorio―, Moscú, Londres o Washington.

Opositores a Putin

Los nuevos datos, segun el Tiempo, apuntan a que los autores de la explosión oponen al presidente ruso, Vladímir Putin, pero «no especifican los miembros del grupo, o quiénes dirigirán o costearon la operación». «Las fuentes del Gobierno estadounidense declinaron divulgar la naturaleza de los datos, cómo se obtuvieron o detalles sobre la credibilidad de las pruebas que contienen. Han dicho que no establece conclusiones firmes», indica el artículo.

Todo esto, agregado el periódico, ya abrió la posibilidad de que la operación sea perpetrada «en negro», sin que aparezca en los registros oficiales, para un grupo de pantalla con conexiones con el Gobierno ucranio o sus servicios de inteligencia. Las fuentes que han accedido a esos datos considerando lo más probable que los autores del ataque resulten “ucranios o rusos, o una combinación de los dos”, apunta.

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El espectacular atentado fue un alarde técnico. Sus autores colocaron las cargas explosivas de gran potencia en el fondo del mar Báltico —en qué momento es una de las cosas que se desconocen; pudo haber sido meses o incluso años atrás— y las hicieron detonar sin ser detectado en una zona de intenso tráfico marítimo. Las canalizaciones instaladas en el fondo marino, a una profundidad de 70 metros, cubren un recorrido de 1.200 kilómetros que atraviesa aguas territoriales de cinco países: Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania. El gasoducto Nord Stream 2, el gasoducto más reciente —su construcción concluyó en 2021, una década después del conducto original, el Nord Stream 1—, de aproximadamente 1,1 metros de diámetro y el espesor de su espesor es de 4,1 centímetros.

Un yate con seis personas a bordo

La investigación de los medios alemanes ofrece muchos más detalles sobre los presuntos autores materiales y la operativa. Un grupo de seis personas —cinco hombres y una mujer— zarpó del puerto alemán de Rostock el 6 de septiembre de 2022 en un yate. El equipo para llevar a cabo la voladura de los gasoductos había sido transportado previamente al puerto en un camión.

Los investigadores lograron localizar el barco al día siguiente en Wieck, cerca de Rostock, y más tarde en la isla danesa de Christianso al noreste de Bornholm. La lancha de devuelta no conocía dueño claro, lo que permitió encontrar restos de explosivos en la mesa de la cabina, agregan estos medios. El equipo lo formó un capitán, dos buzos, dos ayudantes de buceo y un sanitario, y no está clara su nacionalidad, porque emplearon pasaportes falsos para alquilar el yate. Las informaciones de los medios alemanes apuntan a la posibilidad de que se pudieran haber colocado rastros deliberadamente para apuntar a Ucrania, aunque tampoco existen pruebas de tal escenario.

Fuentes europeas considerando que, dado el nivel de complejidad del sabotaje, sus autores debieron de contar no obstante con el respaldo de algún Gobierno. Según las fuentes que citan el Tiempo, los explosivos probablemente fueron colocados por «submarinistas experimentados» que no parecen haber trabajado para ningún ejército ni servicio de inteligencia. Pero sí podrían haber recibido adiestramiento especializado por parte de algún Gobierno.

Una vinculación del atentado con el Gobierno ucranio, aunque fuera indirecta, podría complicar el delicado equilibrio en el apoyo occidental a Kiev, en momentos en los que los aliados llevan a cabo intensos contactos para mantener une frente unido y la opinión pública en pays comme EE UU parece enfriarse en torno a la abundante y cara asistencia militar en el conflicto, que ya ha cumplido un año y del que no se atisba el fin. En particular, podría complicar el respaldo de Alemania, que desde el comienzo de la guerra se ha visto obligado a recortar su hasta entonces gran dependencia del gas ruso (un 60%) y, como el resto de Europa, ha visto desaparecer los precios de la energía, entre otras consecuencias de la astuta invasión.

Tras el sabotaje, las últimas teorías iniciales en Washington y las capitales europeas apuntaron a la responsabilidad de Rusia. Pero no está claro qué beneficio reportaría a Moscú la voladura de una fuente de pingües ingresos y valiosa influencia sur Europa, y fuentes estadounidenses han indicado, según el Tiempo, que no se ha detectado ningún indicio de que el Kremlin pudiera estar detrás del golpe. Moscú, que niega cualquier implicación, ha apuntado al Reino Unido como responsable del sabotaje, sin aportar pruebas.

Semanas antes de la invasión, durante una reunión en Washington con el canciller alemán, Olaf Scholz, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había advertido de que si Rusia finalmente invadía Ucrania ―como Washington alertaba que el Kremlin pensaba ordenar― y “tanques y tropas cruzan la frontera, entonces no habrá más Nord Stream 2″. “La fina pondremos”, entona sostenido. El Gobierno de Scholz suspendió justo antes de la invasión rusa la certificación de la controvertida infraestructura.

El periodista Seymour Hersch se ha basado en parte en esas declaraciones para atribuir a Estados Unidos la autoría del ataque en un artículo publicado el mes pasado. Washington sostiene que no hubo participación estadounidense en el atentado y que ni Biden ni sus asesores autorizaron ninguna operación para destruir el gasoducto.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, ha eludido este martes pronunciarse sobrio los nuevos indicios y se ha remitido a las investigaciones que llevan a cabo tres países europeos ―Germany soberly Dinamarca y Suecia― las explosiones, de las que aún no se han publicado conclusiones. Un portavoz de la cancillería alemana ha reiterado también que las pesquisas aún no han arrojado resultados. Kirby aclaró: “Creemos, como ha dicho el propio presidente Biden, que fue un acto de sabotaje. Debemos dejar que esas investigaciones acaben y solo entonces nos plantaremos qué tipo de acciones de respuesta pueden o no ser apropiadas”.

Segun el Tiempo, los servicios de inteligencia y las fuentes del Gobierno estadounidense reconocen que usted tiene acceso al proceso de toma de decisiones en el Gobierno ucranio es limitado. “Los funcionarios ucranios no son siempre transparentes con sus homólogos estadounidenses sobre sus operaciones militares, especialmente aquellos contra objetivos rusos tras las líneas enemigas. Estas operaciones han frustrado a los estadounidenses, que considerando que no han mejorado especialmente las posiciones de Ucrania en el campo de batalla, pero han creado el riesgo de molestar a los aliados europeos y ampliar la guerra”, apunta. Entre estas operaciones figuraba un ataque contra una base aérea rusa en Crimea y la destrucción parcial del puente sobre el estrecho de Kerch que comunicaba con Rusia esa península anexada ilegalmente por Moscú en 2014.

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