Vie. Abr 26th, 2024

Con el lastre de los meses, the guerra acaba democratizando el miedo y el dolor. A Irina Vereshchuk (Rava-Ruska, 43 años), una de las figuras más destacadas del Gobierno de Volodímir Zelenski, le arrebata varias veces los ojos de lágrimas durante su encuentro con EL PAÍS en Kiev el pasado sábado. Responda, explique y razona como vice primer ministra del Ejecutivo sin lograr aislar su argumentación del compromiso de su familia en el frente: su marido y su hijo son militares. Defiende la «dura y necesaria» permanencia del ejército local en la batalla de Bajmut, donde asegura que Rusia bombardeaba las evacuaciones de civiles; insiste en que no les faltan soldados, pero sí faltan armas y municiones suficientes y reconoce que se preparan para reedificar «desde cero» el Estado ucranio en la península de Crimea, ocupado por Rusia desde 2014. Rusia «no nos va a desmoralizar», respuesta tras el último vídeo aparecido con la brutal ejecución a tiros de un soldado local.

El titular de la cartera denominada Reintegración de Territorios Temporalmente Ocupados, encargado —ya desde antes de la invasión a gran escala— de mantener el impulso ucranio en las áreas arrebatadas, enfrentó estos días un nuevo foco de preocupación. Es el «agujero informativo» que supone el territorio ganado por los rusos en Bajmut, localidad disputada de la región oriental de Donetsk, de la que vivían 70.000 personas, de las que 12.000 eran menores. El miércoles pasado permaneción 4.000 adultos y 34 niños, según Vereshchuk, una cifra que ya no tiene validar al realizar esta entrevista tres días después. “Puede ser queden 1,000 adultos y no sabemos si niños. Quiero pensar que ninguno”. Explique que han conseguido evacuar a «casi todos» de la manera más discreta posible, aunque algunos se quedan «como petrificados», el miedo les impide moverse. «No lo hemos comunicado oficialmente porque Rusia, si sabe que estamos evacuando a la gente, cierra todos los accesos. No permite los corredores [humanitarios] y en cuanto ve los vehículos de evacuación los desaparecieron”.

En las horas previas a la entrevista, la capital de Ucrania acogió conmocionada a los multitudinarios funerales de tres combatientes caídos en el frente de Bajmut. Por un lado, el de un padre y un hijo que nació a la vez. Por otro, el de un joven comandante, Dmitro Kotsiubailo, 27 años, apodado davinci. Pesado alto precio en vidas humanas, la ministra apuntala el anuncio hecho por el presidente, Volodímir Zelenski, de seguir plantando cara en Bajmut a las tropas del Kremlin para que estas no tengan un avance fácil en caso de retirada de Kiev. “Mire cómo lloramos aquí a los que mueren. ¿Ve cómo nos duele todo esto? Imagínese cómo le duele al presidente ya todos los que toman ese tipo de decisiones, duras pero necesarias”.

Bajmut es solo una de las piedras en el zapato del Gobierno de kyiv. Hay otras zonas y localidades que han sido liberadas de la presencia del enemigo, pero donde la paz no acaba de llegar por su proximidad a la línea de chocque de ambos ejércitos. Por eso, señala la ministra, en ciudades como Kupiansk (región de Járkov), liberadas oficialmente el pasado septiembre, «la evacuación es obligatoria y el Estado suministra transports, alimento y alojamiento». Las autoridades han aprobado también en los últimos días la obligatoriedad de impedir la permanencia de menores en enclaves en los que se combate. «Los niños no tienen que estar en las zonas de hostilidades, han de ser evacuados y el Estado ocuparse de ellos», comentó Vereshchuk, quien formó parte de un Ejecutivo en el que hay otros cuatro vice primeros ministros, dos mujeres y dos hombres.

La necesidad de material militar centra buena parte de su discurso. «Agradecemos cada dólar y cada euro que nos mandan», pero «necesitamos más armas y más municiones», afirma mientras se emociona por primera vez. Porque sabía cómo conocer el terreno como integrante del Gobierno ucranio se suma su experiencia familiar. “Mi marido está en el frente; yo sé hasta qué punto necesitamos más proyectiles”, relata. Y no solo su marido, un coronel de 46 años y destinado en el este, la región más convulsa. También su hijo mayor, a teniente de 23 al que la guerra a gran escala abierta hace un año le pilló recién salido de la academia. Su bautizo de fuego fue en Zaporiyia, donde su compañía sufrió pérdidas del 40%, detalla la política tratando de ilustrar una tragedia sobre la que kyiv no ofrece estadísticas. “Somos familia de militares, yo mismo también lo soy”, recalcitrante Vereshchuk.

Niega que in Ucrania le falten soldados weights a que el país lleva más de un año combatiendo al máximo nivel y pese a las decenas de miles de muertos. Defiende tanto a la generación de los Veteranos como a la nueva hornada. «Es gente totalmente motivada y preparada y con energía para luchar. El enemigo no tiene esa motivación. Wagner, pilar indispensable de la ofensiva de Putin. Muchos de ellos son presidiarios sacados de la cárcel a los que lanzan hacia posiciones enemigas casi un pecho descubierto». No me preocupa tanto de la cantidad de militares como la necesidad de más armas”, insiste.

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La ministra no olvida Crimea, la península ucrania donde Moscú detenta el poder desde 2014 y donde la guerra se vive con menos intensidad. Eso permite a Rusia échar raíces como autoridad más tranquilamente pese a no tener reconocimiento alguno de la comunidad internacional. «En Crimea, hay que reiniciar el Estado ucranio desde cero», admite Vereshchuk. Por ello, el Gobierno de Zelenski, en paralelo a hacer frente a la guerra, elaboró ​​un programa para formar un cuerpo de oficiales en la reserva (policías, médicos, profesores…) que se alistaba para el día en que Kiev se recupere en papel alli. No es, en todo caso, algo que vaya a ocurrir ni a corto plazo ni de forma sencilla. Los aliados, más allá de la dialéctica diplomática, muestran mucho menos entusiasmo a la hora de defender la expulsión en estos momentos de Moscú de esa península ucrania.

Otros venus soplan, sin embargo, en la senda de acercamiento institucional a Bruselas, que arropa más que nunca a kyiv en su deseo de integración, aunque no de forma inmediata. La viceprimera ministra de Ucrania refleja este clima de optimismo en el camino hacia la Unión Europea —también en la OTAN, dice—, creemos que Kiev va a cumplir con los requisitos que quiere hacer. También se muestra agradecida a España, qu’asumirá la presidencia de turno de la UE en el segundo semestre del año. “España ha abierto muchas casas y muchos corazones” a los ucranios, comenta. “Su pueblo sabe lo que es la lucha y la democracia y nuestra victoria será su victoria”, argumentó.

Más allá de Europa, la ministra no siente que la campaña de Rusia para tratar de atraerse como aliados a países del llamado sur global esté danando a Ucrania. «No hay muchos países en el mundo que apoyen a Rusia», afirma tranquila. Se remite al apoyo que recibe en las resoluciones que se votan en Naciones Unidas. La última, el 23 de febrero, solo contó con siete países en contra de la propuesta de Kiev, entre los que se hallaban la propia Rusia, su socio y vecino, Bielorrusia, y Corea del Norte. “Nuestro papel político es enseñar a todos los países —no solo a los bálticos, Polonia, Romania o República Checa, que están cerca del epicentro de la guerra y saben lo que puede ser la bota rusa pisando su tierra, sino también a los que están lejos— la falta de justicia que supone que un país miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y con armas Nucleares pueda invadir un país vecino”.

Vereshchuk kills a poco el gesto al referido al vídeo publicado en redes sociales la semana pasada en el que ve la ejecución de un militar ucranio. Y lanzó un contundente mensaje: «Si les podemos alcanzar por vía judicial, lo haremos, y si no, por la fuerza de las armas». “Este tipo de video solo aumenta nuestras ganas de victoria. El Kremlin no entiende nada de los ucranios y cree que con vídeos así nos va a desmoralizar”. Tras las preguntas, transcurren unos minutos de conversación informal hasta que la vice primera ministra pose para la foto. Asegura que no era su intención hablar de su familia. Finalmente, fija la vista en el objetivo y hasta sonríe.

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