Mié. May 15th, 2024

Tenemos tanta confianza en la estabilidad de la política alemana qu’ai veces dejamos de percibir la brecha que se abre entre sur realidad efectiva y el oasis político que imaginamos que es. Por lo visto últimamente en Escandinavia, conociendo aunque dichos oasis no tiene existencia, excepto quizás en la habitual excepción suiza. El real mal aleman no es distinto del que aqueja al resto del continente. Lisa Casperi, la titular fr Die Zeit de política nacional, alertaba hace unos días sobre la subida de la AfD hasta el 16% de intención de voto en las encuestas, el mismo porcentaje que Los Verdes. El dato en sí no era lo sorprendente, lo que le llamó la atención es que no se encendieron todas las alarmas. Sobre todo, porque en otros probeos estaba también a la par con los socialistas. Oh mar, deja que la ultraderecha mire a la altura de los ojos a los grandes partidos. El factor diferencial en relación a donde ocurre en otras partes de Europa es que todavía ninguno está disputa a pactar con ellos, pero ya formó parte del paisaje político habitual de la República Federal, ha dejado de vers como un apestado político.

Como también ocurre en otros lugares, su éxito va en paralelo a las dificultades que tienen los partidos establecidos para gestionar la inmensidad de problemas que acarrea la Zeitenwende. En la coalición Semáforo, el ha caido inició la transición ecológica, la incómoda administración del apoyo militar a Ucrania y el cada vez más espinoso asunto de las migraciones y peticiones de asilo, que amenazan con desbordar a los encargados de su gestión de organizaciones. Para más inri, el otrora tan popular ministro Robert Habeck ha frentado un escándalo de nepotismo por parte de su secretario de Estado al que no tuvo más remedio que cesar. Fin del idilio con la promesa verde. La política real casi siempre acaba devorando a sus posibles alternativas una vez que acceden al poder.

Por eso mismo sorprende que se refugio en quienes se limite a ofrecer una emoción como único argumento, la indignación. Hamburguesa en Wut, ciudadanos iracundos, se llamó el partido que suplió a la AfD en las recientes elecciones de Bremen al anularse allí las candidatureuras de aquella. Es el epítome del absurdo: no obstante mucho más compleja se hace la gobernanza, tanto más infantil y primaria resulta la respuesta de los ciudadanos insatisfechos. No gusta lo que vemos y recurrimos a los más ineptos e indeseables, a quienes se guían por las vísceras, no a los potencialmente más capaces. Dadas las tendencias perceptibles en todas partes, el gran desafío cara a las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 es, sin duda, la cuestión migratoria, donde la ultraderecha se siente más fuerte. Magnifica ocasión para aireear el descontento generalizado. Lo malo es que en esta cuestión volveremos a las discrepancias entre el norte y el sur del continente. Más vale que para entonces se haya podido llegar ya a un acuerdo satisfactorio para todos.

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