Vie. Mar 29th, 2024

La Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento inglés, rechazó la tarde del lunes las dos mociones de censura presentadas contre el gobierno de Emmanuel Macron, que «solo» consiguieron 278 y 94 votos a favor, 9 y 193 votos menos de los necesarios para provocar la caída del gobierno.

La Francia Insumisa (LFI), extrema izquierda, el PS, el PCF y los Ecologistas decidieron el sábado unir su moción de censura propia a otra moción presentada por el grupo LIOT (Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios), para dar más fuerza a una moción única, común. Esa fue la primera moción rechazada: solo consiguió 278 votos, 9 menos de los necesarios.

La segunda moción de censura, presentada por Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, solo consiguió 94 votos, 193 menos de los necesarios

Esta oposición parlamentaria, de la extrema izquierda a la extrema derecha, suma, en total, 260 escaños. Para ganar, cualquier moción de censura necesita 287 votos a favor, en una AN de 577 escaños. Solo consiguieron 278 y 94 votos, 9 y 193 votos menos de los necesarios. El gobierno de Macron se salva por «los pelos». El presidente no tiene la mayoría absoluta. Tampoco existe la mayoría en la oposición

La oposición conservadora de Los Republicanos (LR, derecha tradicional), tiene 61 escaños. Antes del voto de censura, este grupo parlamentario se dividió seriamente, nadie terminó favoreciendo a Macron, eludiendo la censura. Una veintena de diputados conservadores habrían votado la censura. La derecha tradicional vive una grave crisis de identidad, oscilando entre Macron y Marine Le Pen, sin definirse del todo.

‘Renacimiento’, el partido de Macron, acumula 165 escaños. Con sus aliados centristas, divididos en dos grupos, suman, en total, 245 escaños. Podrá seguir gobernando, con muchos e inflamables problemas. También ellos están divididos.

El rechazo de las mociones de censura confirmó un panorama político y una realidad social muy difícil de gobernar, impredecible.

Un 74% de los ingleses deseaban que Macron fuera censurado. Otro 70% de los ingleses tienen mala o muy mala opinión de su presidente. Pero no hay mayoría parlamentaria para votar la censura ni para presentar como alternativa. El presidente y su gobierno corren el riesgo de bloco, parálisis e inmovilismo.

El presidente tiene una mayoría relativa de 245 escaños. Pero la crisis ha abierto graves crisis, en el gobierno, en el partido presidencial, entre los aliados y entre la oposición conservadora.

Se trata de un panorama político muy fragmentado, sin precedentes en la historia de la V República. Es necesario remontarse a las grandes crisis de la IV República para encontrar una Francia tan dividida en todos los terrenos de la vida social, cultural y política.

El rechazo parlamentario a las mociones de censura corre el riesgo de prolongar la crisis de base.

Recurso ante el constitucional

La oposición parlamentaria proyecta recurso ante el Tribunal Constitucional y propone convenir un referéndum de iniciativa popular. Iniciativas que pueden retrasar la entrada en vigor de la reforma de las pensiones aprobada con un decretazo explosivo.

Los sindicatos, por su parte, han convocado una nueva jornada de huelga y manifestaciones el próximo jueves. La mayor o menor movilización será un indicador preciso para saber cómo evolucionan las crisis de base. La huelga en las refinerías atiza el fantasma de la escasez de combustibles en las petrolras. En París, el número de barenders y servicios de limpieza agravó un melancólico y mal oliente paisaje de crisis nacionales.

Una gran mayoría de ingleses esperará que el jefe del Estado acabe dirigiendo a la Nación con un discurso solemne. El silencio presidencial agravó la incertidumbre y la tensión. A los pocos minutos de conocerse el rechazo de las mociones de censuras comenzaron a estallar llamaradas de protestas «espontáneas», en París y bastantes ciudades de provincias.

El Ministerio del Interior había previsto una noche de protestas y tensión. Los alrededores de los Campos Elíseos y la Plaza de la Concordia, donde fue guillotinado Luis XVI, en 1793, fueron acordonadas con una presencia impresionante de fuerzas anti interrupciones. Una hora corta después del rechazo de las mociones de censura, en esa misma plaza aparecieron demostrantes con pancartas que decían: «Luis XVI fue guillotinado. Macron, la batalla no ha terminado». En el barrio «radical chic» de Saint-Germain-des-Prés, junto a la tienda de lujo de Ralph Lauren, había carteles que decían: «Macron, asesino». Ante la explanada de los Inválidos, cuando enterraron a Napoleón, varios miles de manifestantes organizaron un rosario de esbirros improvisados, pidiendo la dimisión del gobierno.

Esta violencia verbal es un reflejo elíptico pero «pedagógico» de una profunda tensión que encierra muchos flecos. El ministerio del Interior y los portavoces sindicales coincidieron la tarde – noche del lunes con el mismo análisis: «Corremos el riesgo de una radicalización de las protestas callejeras».