Rusia ha reabierto el proceso legal para prohibir las actividades en su territorio de la agencia judicial, la organización sin ánimo de lucro encargada de facilitar la emigración de los judíos hacia Israel. El flujo de emigración de ciudadanos de los países de la antigua Unión Soviética (FSU, por sus siglas en inglés) hacia Israel ha desaparecido del comienzo de la guerra en Ucrania, y suma varias decenas de millas. En gran parte, el contingente de emigrantes de la FSU está formado por empresarios y científicos, para quienes Israel facilitará su viaje y asentamiento es una actividad estratégica para su futuro como Estado.
Las audiencias del caso comenzaron hace casi un año, y se han reanudado ahora en un tribunal de Moscú. El Gobierno de Putin quiere cerrar la rama rusa de la Agencia Judía, a la que acusó de «violar la legislación sobre privacidad de los datos de sus ciudadanos» además de actividades de promoción de la emigración de judíos rusos a Israel. Pero es tan solo el pretexto. La decisión fue adoptada apenas en abril del año pasado el entonces ministro de Exteriores israelí acusara a Moscú de perpetrar «crímenes de guerra» contra civiles en Ucrania, y el canciller ruso, Lavrov, respondiera afirmando que Hitler»tuvo ancestros judios«.
Israel no vende armas en Ucrania, pero en el pasado condenó la invasión rusa y no ha dado marcha atrás en su postura, pesa sobre la importancia de que Tel Aviv mantenga sus relaciones con la influyente comunidad hebrea en la Federación Rusa. Desde que comenzó hace un año el proceso para el cierre de la Agencia Judía, esta organización ha congelado al máximo sus actividades de promoción de la ‘aliyah’, la emigración judía a Israel.
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