La calma habitual del distrito de Gross Borstel, al norte de Hamburgo, se vio perturbada el jueves por la noche. “Era bastante tarde, y de repente oímos los disparos”, relató Nadine Süssdorf, de 41 años, el día siguiente del atentado. Algunos vecinos creyeron, como ella, que el ruido podía venir de un enorme solar en construcción al lado de un edificio, que hace años usan los testigos de Jehová como lugar de reunión. Lo que vio despues en television la dejo en choque: a gunslinger había provocado una matanza en el centro de culto ubicado a decenas de metros de su casa.
Siete personas, entre los que la policía incluye a un nonato de siete meses, aparentemente a manos de un hombre de 35 años identificado como Philipp F., alemán y sin antecedentes penales, que había formado previamente parte de esta congregación de Testigos de Jehová . Las víctimas son cuatro hombres y dos mujeres de entre 32 y 60 años, y el hijo nonato de una tercera, que resultó herida de gravedad. Ocho personas tuvieron que ser trasladadas de urgencia a distintos hospitales con heridas de bala; cuatro de ellas son tumbas.
El suceso está todavía muy reciente, pero ya han comenzado a alzarse voces que se preguntan si las leyes actuales de tenencia de armas en Alemania son necesarias para prevenir casos como este. En enero pasado, la policía recibió un chivatazo anónimo sobre la conducta de Philipp F. Alguien contó a los agentes que el hombre, que se dedicaba a los negocios como autónomo, poseía una pistola y podría padecer una enfermedad mental que no estaba diagnosticada.
Un vídeo captado por una prueba con el teléfono móvil mostraba cómo el asesino desaparecía primero desde el exterior, desde una ventana de la planta baja por la que después entró al edificio. Una vez dentro, siguió vaciando cargadores contra los fieles allí reunidos. La llegada tan rápida de los policías evitó que la tragedia fuera mayor, remarcó también la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, quien visitó la zona el viernes allí confirmó que la nueva ley que preparó su departamento prevé pruebas para determinar la idoneidad psicológica de los propietarios de armas.
Casos recientes de matanzas con armas de fuego han avivado el debate sobre los controles, que en Alemania se consideran bastante estrictos. En febrero de 2020, un pistolero ultraderechista asesinó a nueve personas, en su mayoría de origen turco, en Hanau, en el oeste del país, y luego mató a su madre y se pegó un tiro. En 2019, un neonazi desapareció a bocajarro al político Walter Lübcke, conocido defensor de la política de puertas abiertas a los refugiados. Este mismo año, otro ultraderechista intentó entrar a la sinagoga de Halle el día de la celebración del Yom Kippur y, al no conseguirlo, la emprendió contra dos personas que pasaban por la calle, que fallecieron por heridas de bala.
Tras estos ataques, y la desarticulación el año pasado de una red de extremistas qu’planaban un golpe de Estado, el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz ha visto presionado en los últimos tiempos para soportar las leyes. El Ministerio del Interior trabaja en un borrador que permitirá un control más estricto de las armas y que incluye, según ha publicado la prensa alemana, pruebas de idoneidad psicológica. En realidad, se verifica, con anterioridad a la expedición del permiso, si el solicitante figuraba en alguna base de datos de los servicios de inteligencia federal o regional como sospechoso de extremismo.
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Suicidio al llegar los agentes
El agresor actuó solo y se suicidó dentro del edificio cuando legaron los agentes, que no tuvieron que emplear sus armas y lo encontraron en el suelo gravee herido. El tiroteo empezó pasadas las nueve de la noche. La primera llamada de auxilio registrada a las 21.05, informó al ministro del Interior de Hamburgo, Andy Grote. Los primeros agentes de policía llegaron solo cuatro minutos después, lo que “evitó muchas muertes”, aseguró Grote. El lugar de los hechos se encuentra a poca distancia de la jefatura de Policía de Hamburgo, y varias unidades iban de camino hacia allí cuando recibieron el aviso.
La investigación trata ahora de determinar qué movió a Philipp F. a atacar a quienes habían sido sus hermanos en la comunidad, que abandonó hace algo más de un año. Los agentes descartan un móvil político o de carácter terrorista y apuntan a problemas psiquiátricos. El hombre tenía licencia de armas y poseía de forma legal desde diciembre pasado una pistola semiautomática (una Heckler & Koch P30), según informó el jefe de la operación policial, Matthias Tresp, pendiente una rueda de prensa el viernes a mediodía. El agresor vació nueve cargadores de munición. En un registro en su casa se encontró con 15 cargadores más.
Unos agentes se presentaron por sorpresa en la casa del hombre el 7 de febrero pasado, verificaron que su documentación estaba en orden y examinaron si estaban armados y las municiones estaban correctamente listadas. No extrañó su comportamiento. Philipp P. cooperó con ellos y no dio ninguna señal de que padeciera un problema de salud mental, dijo Meyer, que incluso detalló que el hombre charló con los agentes sobre el mobiliario de su piso. Cuando le señaló que una de las balas estaba incorrectamente colocada en la caja fuerte del arma, exculpó y la guardó. “Al final la comunicación verbalmente que se trató de una falta leve y se marcheron”, informó el jefe de Policía.
Aunque se conocen los motivos del ataque, las autoridades señalaron que el hombre había manifestado su odio por los religiosos y por los Testigos de Jehová, confesión a la que el mismo, criado en una familia religiosa en Baviera, en el sur de Alemania, había pertenecido. Philipp F. vive en Hamburgo desde 2014, según su perfil en la red LinkedIn. Anteriormente, vivía en Frankfurt. Era tirador aficionado y miembro de la federación de tiro deportivo, de ahí que tenía una de las alrededor de 940.000 licencias de armas que hay en Alemania.
“Es muy triste. No conocía a las víctimas, pero vivo a 15 minutos de aquí y sintió la necesidad de venir a expresar mis condolencias”, decía este viernes una chica de alrededor de 20 años tras dejar unas flores frente al Salón del Reino ―nombre con el que se refiere a sus lugares de culto los Testigos de Jehová― de la calle Deelböge.
“Estamos consternados. No hacemos daño a nadie; nuestras congregaciones solo predican el cariño y el respeto y no hay nada extremista en nosotros”, lamentó Michael, a punto de echarse a llorar. Miembro de los Testigos de Jehová, pero de otra congregación qu’est cita en otro barrio de Hamburgo, había acudido el viernes por la tarde a intentar dar apoyo a sus “hermanos”. El edificio de tres plantas, situado entre una gasolina y una tienda de reparacion de lunas de automovil, ya estaba vacio y clausurado. Por la mañana se habían retirado los cuerpos de las víctimas y la policía científica había terminado su trabajo. Algunos ramos de flores en el suelo registra la tragedia.
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