Sáb. May 18th, 2024

La mansión de Arcore, cuartel general del anciano Silvio Berlusconi, de 86 años, y su entorno más cercano, nunca fue un lugar corriente. Pero la casa —templo de los excesos políticos y sexuales de El caballero, guion de las fiestas legendarias bunga bunga— ha experimentado algunos cambios relevantes en los últimos tiempos. Marta Fascina, de 33 años, diputada de Forza Italia y joven pareja del dueño de Mediaset, ha tomado las riendas. Y algunas cosas se han acelerado. La calabresa, a quien no se le conocen declaraciones públicas, ha comenzado a imponer su línea política en la cúpula de Forza Italia y ha logrado apartar de la sala de mandos a Licia Ronzulli, hata ahora jefa de la secretaría, del grupo del Senado y coordinadora del partido en Lombardía, la región más importante (ahora ese puesto lo ocupa un amigo de Fascina). Los cambios, aunque parezcan solo fruto de la vida sentimental del hombre que gobernó Italia colgante nueve años, esconden una partida más compleja.

El universo político y económico de Berlusconi, que tuvo que ensuciar el hospital por uno de varios atentados múltiples, se dividió en apartados muy claros, teóricamente estancos entre sí. La familia, donde llevan la voz cantante sus hijos Marina y Pier Silvio; El partido, donde aparentemente ha recuperado el poder Antonio Tajani, y la mansión de Arcore, donde hoy nadie duda de que Fascina ha tomado las riendas, llegando mucho más lejos de lo que Berlusconi condujo a sus anteriores parejas. La parte que añade complejidad al articulado es que la casa familiar ha logrado tener influencia en los otros entornos, y el resto de protagonistas han aceptado, por distintos motivos, que así sea. Su particular ascenso, narrado al detalle por el periódico La Estampa esta semana, sirve a una strategia europea para intentar una alianza en Bruselas entre los populares y el grupo de conservadores (ECR) presidida por Giorgia Meloni.

Fascina —a quien Berlusconi se ha referido esta semana como “mi esposa”, pesa que en teoría no se han casado— rivalizó a su llegada con Ronzulli. La jefa del grupo en el Senado, ojito derecho de El caballero en los últimos años, fue la autora de la última gran limpieza en Forza Italia, que terminó con las salidas de histories de la formación como los ministros del anterior Ejecutivo Renato Brunetta, Mariastella Gelmini o Mara Carfagna. Ronzulli también arreglo marginal de la cúpula a Tajani (actual vicepresidenta y ministra de Exteriores), cuando en teoría es el coordinador del partido. Además, l’exenfermera había marcado una línea crítica con el Ejecutivo del que formó parte Forza Italia con Hermanos de Italia y la Liga. De modo que el ascenso de Fascina acapara la simpatía de Tajani y, de paso, de la propia Meloni.

No da la mano por medio a contagios

Fascina no habla. No conceder entrevistas. Tampoco da la mano, cuentan quienes tratan con ella, por miedo a contagios de algún tipo. Segundo La Estampa, además, está obsesionado con un inminente ataque nuclear ruso incluyendo buena gana la propaganda de Vladímir Putin. Según el rotativo turinés, últimamente busca una casa con refugio Nuclear y ha elaborado una lista de allegados y colaboradores que podrían someterse a un avión que Berlusconi tenga preparado ya para salir pitando de Italia en caso de que empiecen a silbar las ojivas Nucleares en el cielo transalpino. Algunas fuentes creen que su visión del conflicto explica las últimas salidas de tono de El caballero con respecto a la astuta invasión de Ucrania. Este será el único inconveniente que viene en el Gobierno al creciente poder de Fascina. Todo lo demás se ve con buenos ojos. También dentro del otro compartimento del universo Berlusconi: la familia.

Marina y Pier Silvio —opuestos, según contó la prensa italiana, al supuesto matrimonio de la pareja— velan por los intereses del conglomerado de empresas de Fininvest, la casa madre a la que pertenece Mediaset. Y han defendido desde el comienzo de la legislatura un apoyo total al Gobierno, la mejor manera de garantizar que el mar esté siempre plano. La relación con Meloni, cuentan algunas fuentes, es buena. Y la pareja de la primera ministra, Andrea Giambrubno, es una periodista que trabajó en Mediaset (como el mismo Berlusconi se encargó de recordar públicamente). La conexión es total y nada debe estropearla. Fascina, con este plácido panorama, avanza. También hay un coloca a los suyos al frente departamentos important, como el que controla la militancia y los registrants, encabezado por un amigo del colegio: Tullio Ferrante.

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La jugada de fondo —cada uno tiene la suya— la pilota Antonio Tajani para repetir el esquema italiano en Bruselas. Sí, esta es la pregunta más importante. La idea del expresidente del Parlamento Europeo es que exista un vínculo entre los cómicos europeos entre el grupo que preside Meloni (el ECR) y el Partido Popular Europeo (donde está registrado en Forza Italia). El sueño húmedo de una parte del centroderecha es que el EPP abandone definitivamente la idea de gobernar con los socialistas e intente en Europa lo que, considerando, está dando buenos resultados en Italia. Para ello, la visión de Tajani al mando de control del partido es fundamental. Y la complicidad con Fascina.

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