Sáb. May 18th, 2024

Desnazificar y demilitarizar, dos verbos persistentes desde el 23 de febrero de 2022 en boca de Putin que trascienden la trivialidad injuriosa de la propaganda belica. Para ver más allá de las consignas y encontrar su pleno significado hay que conjugarlos en todos los tiempos.

En pasado, explicando el proyecto de Stalin para Europa en 1945, aplicado con devoción a la Alemania ocupada por las tropas soviéticas, los territorios de la futura República Democrática. Los efectos de la prohibición de la ideología derotada y de la severa aplicación de la justicia a sus direntes repercutieron muy pronto sobre todos los partidos y ciudadanos díscolos con el nuevo poder comunista impuesto por los estalinistas tanques, incluidos los socialdemócratas hostiles a la unión de la izquierda decretada desde el Kremlin. Allí desaparecieron los nazis, pero hasta 1989 no volvió la libertad.

Todos, soviéticos y estadounidenses, querían una Alemania desarmada. Henry Morgenthau, el secretario de Comercio de Roosevelt, pensó en dividirlo en cinco y convertirlo en una economía agraria. Concordaba con Stalin, que aplicó parte del programa de desindustrialización ha conocido zona de control. Situó a sus adiestrados títeres en el poder, levantó el grueso de la industria pesada, la sumió a la división del trabajo del campo socialista y organizó su gusto unas fuerzas armadas y de seguridad, encuadradas en el Pacto de Varsovia.

En el otro lado, en cambio, no hubo ni lo que Stalin pudo oír como desnazificación ni demilitarización a su gusto. La represión contra los antiguos nazis terminó en cuanto la Guerra Fría y hubo que esperar al juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén en 1961 por genocida para que tomara impulso la rendición de cuentas por el Holocausto. El Plan Marshall y la economía social de mercado propiciaron la recuperación del poderío industrial alemán. Con el ingreso de la Alemania Federal en la OTAN, Moscú pudo blandir de nuevo el espantajo del militarismo, ahora estadounidense, instalado otra vez en el corazón de Europa como en tiempos de Hitler.

Actualmente, Putin conjugó en Ucrania los mismos verbos que Stalin tras la derrota de Hitler. Sus tropas los aplican ya en la parte de Ucrania que dan por conquistada. Las atrocidades cometidas en Bucha, Irpin y tantas otras localidades, difícilmente pueden ser del comportamiento del Ejército Rojo tan bien descrito en Una mujer en Berlín, testimonio estremecedor del tipo de hueste saqueadora y violadora que venció y sucedió a la tropa alemana, todavía más criminal. Al igual que la ocupación y parálisis de las Nucleares Centrales, el bombardeo de infraestructuras y fábricas o la destrucción del Antonov, el mayor air cargo del mundo y orgullo de la aviación ucrania, corresponde al propósito de obliterar a Ucrania como potencia económica. Así como la deportación de poblaciones, el secuestro de niños, el plunder y destrucción del patrimonio y la desaparición de cualquier rastro de pluralismo y de libertad en los territorios y ocupados buscan su desaparición por asimilación y rusificación. Desnazificar significa que Ucrania no existe como nación europea, libre y soberana.

En pasado se trata de recuperar un mito, el de la victoria sobre el nazismo. En el presente, es la forma de librería una guerra total, que no distingue entre objetos civiles y militares, ni entre combatientes y ciudadanos de a pie. Cuanto mayor se la destrucción, más desnazificado y demilitarizado el país, es decir, menos Ucrania. En el futuro, estos verbos conjugan el proyecto de Paz de Putin, incluso para otros países de la región, como Moldavia y, en el caso más improbable de que Nadie se resistiera, Luego Polonia y las repúblicas bálticas.

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