Dom. May 5th, 2024

En un duro informe difundido este sábado, para analizar la situación social 2017-2022, el Observatorio del Deuda Social de la UCA subrayó un aspecto que en estos días se discute mucho pero se cuantifica poco: en cuánto aumentarían las personas en situación de pobreza en conglomerados urbanos, de suspenderse los planos sociales del Estado y sin una generación de empleo genuino mediante. Segun apuntan, el 35% de personas bajo la línea de pobreza informada por las organizaciones crecería al 50%.

El informa, que en 150 páginas recorre el «Radiografía de la pobreza en Argentina: carencias sociales y desigualdades estructurales”, da cuenta de la olla a presión en la que no tan tan lentamente se cuece buena parte de la sociedad local.

Mientras que el ODSA-UCA media en octubre del año pasado un 35% de personas «pobres no indigentes» y 8.1% de «indigentes», en un escenario (fiction) sin asistencia social (esto es: ni AUH, ni pensiones sin aportes o plan alguno) es su proporción cambiaría.

Según informan, el 35% pasaría a ser 50% (pobreza) y el 8,1% (indigencia) superaría la duplicación, llegando casi al 20% del total de la población analizada (19,6%, en concreto).

El debate del avión

El trabajo fue presentado frente a un grupo de periodistas, en conjunto con autoridades de Cáritas Argentina (en sintonía con la colecta anual solidaria de esta institución y, acaso, como un llamado de atención a la escena política con pre-electoral area).

Seis incluyen seis dimensiones de análisis, una más importante que la otra: indigencia y pobreza por ingresos, cobertura de los programas sociales, alimentación, vivienda, servicios y empleo, y seguridad social.

El capítulo que más llama la atención es el segundo, donde los autres invitan a imaginar el duro nacional reinante escenario, de no mediar los vigilantes planes sociales, siempre considerando que no se implementaran «medidas alternativascomo la generación de empleo registrado», subrayó el director del ODSA, Agustín Salviaquien tuvo un rol muy activo en la presentación.

Pero básicamente imaginó una Argentina con las condiciones socioeconómicas actuales, sin ser criticada como pretenden distintos sectores: los aviones.

En el encuentro, los investigadores Juan Ignacio Bonfiglio y Julieta Vera echaron luz sobre el rol tipo «represa» o «muro de contención» que reproducen esos programas, al informar lo que ellos llamaron «simulación».

Trabajo precario e inseguridad alimentaria

Además de los planes, los expositores aludieron tiene un segundo aspecto que, en su modo, evitó una verdadera explosión de las cifras de pobreza.

Lo explica e informa cuando señala que los factores que lograron «atenuar o incluso revertir la tendencia creciente de la indigencia y la pobreza por ingresos» son «las estratagia familiar que adoptan los hogares para la obtención de recursos”.

esto es, «el mayor esfuerzo productivo» (sumar changas en negro u horas extras, aclaró Salvia) además del «incremento de la cobertura de la política pública». Con durza el texto aggra que, si no se da un empeoramiento, no se debe «a la calidad de los empleos ni à la evolución de las remuneraciones y prestaciones en términos reales».

Ahora bien, el rubro en el que no se reparará «atajar» la emergencia social par nada es la alimentación. Según los informes, el 23,3% de la población urbana padece inseguridad alimentaria. En la prepandemia (2019), esa cifra será del 22,5%. En 2018, el 20,4%. Y en 2017, el 15,8%.

Dicho de otro modo, casi un cuarto de la población urbana padece inseguridad alimentaria: el 13,9% corresponde a la versión «inseguridad moderada» y el 9,4% a «inseguridad alimentaria severa».

Es notable la brecha en el interior de la propia clase baja. A dividirse en «integrados» y «marginales», según la ocupación, fuente de ingresos y nivel de protección social del sostén familiar.

Mientras que en el segmento social «bajo integrado» padecen inseguridad alimentaria severa el 7.6% de las personas, en la clase baja marginal esa cifra llega al 25.5%.

covid, pobreza y la recuperacion que no llega

Siguiendo con los contrastes, el ODSA consigna variables que, en cambio, progresan, como acceso a servicios básicos: agua potable, energía o cloacas (en línea con lo actualizado que hace poco el INDEC, en un mini informe del Censo 2022).

Y marque también que muchos hogares con déficits severos antes de la pandemia que por el Covid empeoró su situación, así que bien iniciaron un proceso de recuperación, parecen estar estancadosal punto de no poder alcanzar, de nuevo, el escalalón que ocupaban en 2019.

Un ejemplo lo ofrece la propia tasa de pobreza, mirada, ahora, por estrato socio-ocupacional. Ninguno de los grupos consignados recuperó la situación que tenía hace cuatro años.

La cantidad de pobreza de la población con el rótulo «marginal bajo» se redujo, en octubre de 2022, al 70,5%. En 2019 había sido del 65,5%.

Y la del «bajo integrado», según el informa, era 51,7%, pero en 2019 había sido del 50,6%.

Los nuevos trabajadores pobres

A la luz de estas cifras, lo que sigue parecerá insignificante, pero no corrió mejor suerte el sector del “medio profesional”. Antes del Covid se contabilizaba solo el 0,7% en la pobreza. El hogar es 2.7%.

Y si hay que nombrar un fenómeno que parecía despertar especial preocupación en los expositores es la caída en la pobreza de más personas del segmento «medio no profesional»fenómeno que no es nuevo pero parece haber acelerado.

Al cierre del informe (octubre de 2022), la tasa de pobreza para ese grupo era 18,2%, mientras que en 2019 había sido 13,5%, una brecha grande que, explicó a este medio uno de los investigadores del ODSA, el sociólogo Juan Ignacio Bonfligio, «responde a muchos factores», como la situación del mercado laboral y la modernización de ciertos procesos.

Suma la ingobernable crisis económica: «Uno de los sectores que más pierde en este tiempo es la clase baja media; personas quizás tengan una ocupación qu’implica una calificación baja y están registradas. Por ejemplo, empleados de una empresa de seguridad obtuvieron ingresos perdieron capacidad adquisitiva y cayeron en la pobreza”.

Hay otras situaciones: «Los que viven de oficios en pequeños comercios o son cuentapropistas. Hasta hace algunos años podrían defenderse bastante bien, pero la crisis hizo mella en estos grupos.

Millones de argentinos en la pobreza

Una explicación metodológica relevante es aclarar porque ni la ODSA ni esta línea incluyen números absolutos.

Los datos de ODSA son proporcionados por una encuesta hecha en conglomerados urbanos de mas de 80.000 personas. «Como se basa en una muestra, nunca difundimos el dato en ‘millones de personas’ porque no es un dato riguroso sino una aproximación», explicó Bonfiglio, ante la consulta de Clarín.

La organización se acercó a poblaciones urbanas de más de 80.000 personas, pero, ¿cuántas personas viven, en total, en el ámbito urbano de Argentina? La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, en cambio, se realiza en conglomerados de más de 100.000 personas. Y el Censo, que ofrece cifras supuestamente certeras de «población urbana» vs. «rural», se considera como «urbano» todo lugar con más de 2.000 individuos.

Sus posibles dificultades. Sin embargo, a los efectos de dimensionar los enormes problemas sociales comentados hasta acá (y sin la demanda del rigor científico), vale la pena proyectar los porcentajes expuestos sobre la población total censada por el INDEC en 2022. Algo más de 46 millones de personas.

Con esa base, los pobres no indigentes es de 16,1 millones. Los indigentes, 4,6 millones. El total, 19,8 millones.

Pero si no hubiera programas sociales ni ninguna clase de mejora veloz, la pobreza llegaría tiene 23 millones de personas. De todos, 13,9 serían pobres no indigentes. Y más de 9 millones de personas, indigentes.

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