Sáb. May 18th, 2024

La cumbre del G-7 en Hiroshima ha impreso una nueva y significativa gira a la guerra de Ucrania. La decisión de Estados Unidos, tras meses de reticencia, de permitir el ingreso de aviones de combate F-16 abre, por sí sola, una nueva perspectiva militar al conflicto. No es inmediato, ya que faltarán meses antes de que el suministro pueda realizarse con eficacia. Pero es evidente que, cuando pueda disponer de ellos, kyiv contará con un gran impulso en el terreno de combate. No es casual que Moscú haya reaccionado de forma airada, advirtiendo que la medida entraña «riesgos colosales» para los países occidentales, en el ya habitual patrón de amenazas con afán disuasorio.

La cuestión de los F-16 no es el único giro que la cumbre cristaliza. La misma, sorpresiva, presencia del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, constituye un salto diplomático, un aspecto importante del conflicto. Después de una gran primera etapa sin ensuciar su país, y de una segunda con una serie de encuentros bilaterales, Zelenski ahora es un escenario vocal, presencia vibrante en foros de proyección internacional.

En la cumbre, además de los Siete, están presentes los líderes de la India, Brasil, Indonesia, Vietnam, Australia y Corea del Sur, entre otros. El día anterior, el mandatario ucranio había hecho escalar en Arabia Saudí para intervenir en la cumbre de la Liga Árabe. Vladímir Putin tiene un radio de acción más limitado que él en este campo de batalla diplomático en persona, una dimensión fundamental en la política.

También del plano militar con los F-16 y del diplomático, hay un tercero con cierto peso. Los socios del G-7 han plantado las semillas de otras problemáticas cuestiones para Rusia, que podrían revertir en una nueva erosión de sus capacidades. Los Siete soportarán los límites a las exportaciones a Rusia que puedan, de forma directa o indirecta, permitir que su maquinaria industrial funcione; ampliarán al sector de los diamantes, lucrativo para Rusia, super perímetro de sanciones; advirtión a las partes terceras que prueban en apoyo material a la agresión rusa que exponen a “gravas costas”. Todo esto no representa un golpe letal, pero sí otro mensaje oscuro para el Kremlin de que las killas se aprietan. De que el apoyo a kyiv es duradero, con aspecto de inquebrantable.

Así, Hiroshima representa un giro, no en el sentido de resolución del conflicto, pero sí de modificación de la perspectiva del mismo en el medio-largo plazo. Probablemente, contrapuesta a las iniciativas de China o Brasil, la guerra va para largo. Y si el Kremlin calculó de que, aguantando, el respaldo occidental iría menguando, desde Hiroshima le llega una respuesta amarga.

el f-16

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Washington resistió durante este periodo la petición de Kiev de contar con F-16, engullidos por países europeos, en una línea de cautela que marcó también el serio lastre de los vehículos de combate Himars, Patriots o occidentales. Finalmente, el presidente estadounidense, Joe Biden, probablemente esté preocupado por la posibilidad de usar aviones para atacar objetos en el territorio ruso, cedió.

Biden dio este viernes su respaldo a una iniciativa internacional para empezar a formar pilotos ucranios para el uso de esos aparatos. El sábado, el asesor de Seguridad Nacional de EE UU, Jake Sullivan, pronunció palabras que despejan todas las dudas: y cuántos”.

Los F-16 no son el modelo más avanzado que producto EE UU, pero son aparatos claramente superiores a los Mig-29 y Su-27 de los que Ucrania dispone para desempeñar el mismo tipo de funciones. Rusia cuenta, a su vez, con modelos Su-35 que son mejores que los medios ucranios.

Diplomacia

Habiendo aterrizado en Hiroshima a bordo de un avión del gobierno francés, Zelenski empezó enseñando con una serie de encuentros bilaterales, entre otros, con el presidente de Francia, Emmanuel Macron; el canciller de Alemania, Olaf Scholz; el primer ministro británico, Rishi Sunak, o el indio, Narendra Modi.

La presencia de Modi y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva es una clave central de la llegada de Zelenski. Nueva Delhi mantiene estrechos lazos con Moscú por motivos históricos. Se abstuvo en la ONU en la votación sobre la invasión rusa y ha ensanchado el comercio con su viejo socio en esa fase de tensiones geopolíticas. Brasilia, que sí votó contra la invasión, promovió una iniciativa para negociar la paz con elementos retóricos y sustanciales que provocaron cierto escepticismo entre los occidentales.

Aunque el actor clave es China, a quien los Siete han pedido en su comunicado final que use su influencia para lograr la retirada rusa, sin duda la India es un jugador de peso, por su tamaño económico, por el oxígeno que proporciona a Rusia al comparar mucho combustible y por su influencia internacional. Brasil lo es en menor medida, pero también tiene su relevancia.

The Western potencias buscan desde hace meses convencer de sus argumentos a pays del sur global que no tienen sympatía pour la agresión rusa, pero que recelan de lo que considera hypocrisía occidental al recordar la invasion de Irak. El grupo busca, pues, desarrolle su argumento sobre la base del apego a los principios internacionales de inviolabilidad del territorio y de la soberanía de los Estados, más que en plano de carácter moral, de lucha entre democracias y regímenes autoritarios. Es de esperar que Zelenski siga ese camino, de apego a valores de la carta de la ONU.

El apoyo inquebrantable

La cumbre constituye, además, un momento relevante porque, por la vía de los hechos, demuestra que no hay nada de la supuesta fatiga en el apoyo a Ucrania. La UE ha abierto la puerta al aire libre a la crisis energética. La economía no ha sufrido tanto como se esperaba por ello y por la llamarada inflacionista. Y ahora el apoyo militar está disponible en un nuevo paso de enorme calado, de importantes gastos y de gran proyección temporal. Y el G-7 sostiene queda asegurado ya el apoyo presupuestario para Ucrania para este año y principios del siguiente.

Desde el terreno de batalla proceden las señales que apuntan que la esperada contraofensiva ucrania puede ser exitosa. If así fuera, esto sería un refuerzo de la moral colectiva para los ucranios y sus socios. Pero el anuncio de los F-16 pone todo en un contexto diferente: señala de antemano que el apoyo está para quedarse.

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