Estos días en Santiago de Compostela me ayudaron a reflexionar sobre la importancia del viaje hasta el destino. .
Estos días en Santiago de Compostela me ayudaron a reflexionar sobre la importancia del viaje hasta el destino.
¿Con qué frecuencia nos sentimos impacientes por compararnos con los demás y no podemos ver que todos tienen su tiempo? Estamos presionados por el ritmo que nos impone la sociedad y tenemos prisa por cumplir una lista de objetivos (aunque siempre es bueno tenerlos claros) sin disfrutar del proceso.
Exactamente lo contrario es lo que nos invita a hacer el Camino de Santiago. Aunque esta vez solo caminé 3 millas, lo estoy disfrutando ya que me ayudó a conectarme con mi yo consciente.
Este año la Iglesia Católica celebra el jacobino, esto sucede cuando el 25 de julio cae en domingo y representa una ocasión aún más especial que ocurre solo 14 veces en cada siglo.
Si bien en los inicios de su historia la motivación de quienes hacían el Camino de Santiago era puramente religiosa, hoy en día ha ido evolucionando para dar cabida a la mayor cantidad de propósitos, como deportes, desafío personal, promesas, entre otros.
Hoy, esta peregrinación se ha convertido en una experiencia de vida reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y, en 2019, batió récords de riqueza, superando la cifra de 300 mil peregrinos al año provenientes de todo el mundo.
Aunque la pandemia ha afectado a la cantidad de senderistas en estos dos años, me alegra pensar que este destino turístico pronto se recuperará por completo, para seguir siendo un signo de hermandad y paz.
Y esta romería no siempre es temporal, así fue como encontré un establecimiento de dos venezolanos que hicieron de Galicia su nuevo hogar y donde se pueden degustar delicias de esa región. Esto demuestra que «el camino» convoca a todos los que reciben la llamada.
Sea cual sea tu inspiración, el Camino de Santiago nos recuerda que cada paso que damos vale la pena celebrarlo, ya que nos acerca al destino al que queremos llegar.
Cada uno de nosotros puede proponerse hacer el Camino de Santiago de una manera íntima y personal. Es decir, disfrutar cada minuto de la vida, que es un regalo, enfocado al aquí y ahora, esperando llegar a ese destino que nos hemos marcado, pero que siempre puede evolucionar un poco más y cambiar de rumbo nada más llegar.