«Es hora de renovar y fortalecer el esfuerzo, […], consolidar la gobernanza para luchar contra la pobreza y las desigualdades y construir un futuro sostenible y resiliente «
Según el Sistema de Naciones Unidas, «en todo el mundo sólo el 47% de las personas están cubiertas por al menos una prestación de protección social, mientras que el 53% restante no recibe ningún ingreso de su sistema nacional». Y, como si eso no fuera suficiente, agrega la ONU, estos altos niveles de inseguridad económica, pobreza persistente, desigualdad creciente, informalidad generalizada y un contrato social frágil fueron agravados por COVID-19; crecientes brechas en la cobertura, alcance y adecuación de la protección social en todos los países.
Esta situación global no es ajena a nuestra realidad, pues, como indiqué en esta columna, la desigualdad y pobreza de miles de panameños hacen que la epidemia de COVID-19 tenga un impacto catastrófico en la salud y las condiciones de vida de las personas. en nuestro país. Aquí, también, el virus ha golpeado a los panameños que sufren de múltiples necesidades y privaciones de todo tipo de manera más dura, muchos de los cuales, especialmente los ancianos, también tienen enfermedades que los predisponen a padecer la forma más grave de la enfermedad.
En nuestro país, hace tres años, según los resultados del MIP nacional, el porcentaje de personas sin acceso a protección social era del 19,1%, lo que representaba alrededor de 800 mil personas. Además, hace dos años, la medición del IPM de niños, niñas y adolescentes reveló que el 32,8% de los niños menores de 18 años en el país se encontraban en condiciones de pobreza multidimensional, es decir, no tienen acceso suficiente a la protección social.
Para los compatriotas que viven en condiciones de pobreza multidimensional, la recuperación socioeconómica sigue siendo incierta y la asignación de más recursos a la protección social seguirá siendo decisiva, porque cuando superemos la pandemia, las deficiencias que padecen hoy permanecerán o habrán aumentado.
En este contexto, la pandemia desencadenó una respuesta política sin precedentes en el ámbito de la protección social. Los gobiernos, incluido el nuestro, han puesto en marcha la protección social como una respuesta de primera línea para proteger la salud, el empleo y los ingresos de las personas, así como para garantizar la estabilidad social. Cuando fue necesario, ampliaron la cobertura a grupos hasta entonces desprotegidos, aumentando los niveles de beneficios o introduciendo nuevos, adaptando los mecanismos administrativos y de distribución y movilizando recursos financieros adicionales.
Según el organismo internacional, los países se encuentran en una encrucijada en la trayectoria de sus sistemas de protección social. Si hay un rayo de esperanza en esta crisis, es el poderoso recordatorio que brindó de la importancia crítica de invertir en protección social; sin embargo, muchos países también enfrentan importantes restricciones fiscales. Este informe muestra que casi todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo, tienen una opción: seguir un camino de inversión óptimo para fortalecer sus sistemas de protección social o un camino fácil de provisión minimalista, sucumbiendo así a presiones fiscales o políticas.
Es hora de aprovechar la ventana política abierta por la pandemia y aprovechar las medidas de respuesta a la crisis adoptadas para fortalecer sus sistemas de protección social y eliminar progresivamente las brechas de protección a fin de garantizar que todas las personas estén protegidas de ambos impactos sistémicos en comparación con la vida normal. riesgos del ciclo.
Para ello, subraya la ONU, será necesario dedicar más esfuerzos a la construcción de sistemas de protección social universales, integrales, adecuados y sostenibles, incluyendo un piso de protección social sólido que garantice al menos un nivel básico de seguridad social para todas las personas en todo el país. de tu vida. vidas. Esto contribuye a la prevención de la pobreza y la contención de las desigualdades, la mejora de las capacidades humanas y la productividad, la promoción de la dignidad, la solidaridad y la equidad y la revitalización del contrato social.
Finalmente, el Director General de la OIT cree que los países se encuentran en una encrucijada, ya que la respuesta a la pandemia representa el momento ideal para construir una nueva generación de sistemas de protección social basados en derechos. Estos sistemas pueden proteger a las personas de crisis futuras y brindar a los trabajadores y las empresas la seguridad para enfrentar las numerosas transiciones que se avecinan con confianza y esperanza.
Los panameños cuentan con un Plan Nacional de Desarrollo que busca cerrar la brecha de los miles de panameños que sufren los rigores de la pobreza multidimensional y exige una protección social efectiva y completa. Es hora de renovar y fortalecer el esfuerzo, abordar la desaceleración del crecimiento económico causada por la pandemia, crear empleos y reducir la informalidad, consolidar la gobernanza para combatir la pobreza y la desigualdad y construir un futuro sostenible y resiliente.
Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).