Waleska Monterroso – La hora

Waleska Monterroso – La hora

Waleska Monterroso (1998), es Profesora de Bachillerato (PEM) en Letras y Literatura y actualmente cursa la Licenciatura en Letras y Filosofía, ambas en la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Su obra poética ha sido publicada en: FANZINE Escoria Primaveral (2019), Editorial Peruana KAMETSA (2021) y Antología del Bicentenario Centroamericano de la Editorial Mexicana AYAME (2021). Forma parte de la comunidad de diálogo e interacción filosófica «Noches al Filo» y actúa como comentarista y prólogo de la editorial peruana KUELAP.

siesta
Si me duermo apuñala mis ojos
quiero estar despierto
que la vigilia desolada me vuelva loco.

Si me duermo estaré en otro estado de conciencia
y no podré gritar que este mundo es despiadado
ni cumplir con el mandato de reflexionar.

Si me duermo mi vida tendrá la textura de un sueño
y nací en un país donde no se permite soñar,
el soñador acaba apuñalándose con una daga
y no quiero más opresión en el pecho.

¿Páramo o huerto?
A veces me despierto sintiéndome como un jardín, sueño que tulipanes y magnolias crecen en mi vientre en la ilusión de mi cuerpo conectado a la tierra, siento la muerte marchitarse dentro de mí.
El simbolismo ambivalente de mis sueños hace crecer dos tonos en mi estómago, uno: todo el placer que contiene el mundo y el otro condensa todo el sufrimiento.
Por eso los determinismos biológicos se agotan en mí y yo separo independientemente las posiciones que me asignan ¿Cómo esperas que oculte la mitad de lo que soy? ¿Páramo o huerto? ¿Humana o virgen falsa?
¡No tengo naturaleza!

vocación de caminante
Tengo vocación de caminante, por eso mis pisadas son abundantes, mi andar es ligero y mi amor tiene una distancia sincera.
Tengo la vocación de caminante en mi cuerpo, guardo infinitas ausencias, mis labios son destinatarios de despedidas y mis manos están llenas de caricias.
¡Tengo vocación de caminante, material ligero, me proclamo y mis pies son eternos vencedores! No dejarán de buscar territorios inexplorados.

la muerte de las musas
Pensaste que seducirme era simple, que porque soy poeta me trago las palabras, pero no pensaste que porque soy poeta las escupo también, sobre todo, cuando tu boca es ortodoxa.
¿Cuánto tiempo seguirás creando, en tu ingenuo cerebro de estrategia de poesía, escenarios en los que todos sucumben a tu horrible vómito verbal?
Las musas están muertas y escribo porque soy poeta, exijo que no nos llamen delirantes porque tenemos la palabra.

lo políticamente correcto
Vestido de pólvora, para que juntos prendamos fuego a la ciudad y al mundo a nadar en el fuego porque nuestro espíritu y nuestra carne no son burgueses, nacidos para hacer estallar lo políticamente correcto.

llamada nocturna
Esta noche te busca ese recuerdo que el universo se reduce a tus palabras y tu cuerpo es un refugio de mi aburrimiento, esta noche mi amor, quédate en la guardia del alma.
Reducirme a este estado de temblar y sudar quiero que tus sentidos me envuelvan, mi juicio no te habla, te hablo desde el lenguaje de la caricia
Lo invoco porque francamente estoy solo y camino como un león enjaulado.
Busco desesperadamente tu toque, pero estás lejos, tan lejos que mis dedos no tocan mi sexo tirano, obliga a sus labios a pronunciarte porque no hay distancia, las palabras no anulan.
Y te digo que hay miles de cuerpos sin nombre, que sería fácil alimentar esa piel perecedera, pero dime, ¿qué harías con el sentimiento después? Como expulsaba placer, seguiría extrañándote porque durante varios días, cuando pienso en el amor, tu nombre revolotea aquí.

reminiscencias
Qué curiosas formas tiene la vida para entristecernos. Dicen que el cuerpo no tiene memoria. Yo, que mantengo ilesa tu caricia, sé que hay dedos que gritan, ojos que hablan y sexos que son refugio. Pero ahora ni mis dedos me gritan, ni mis ojos hablan, ni mi sexo se refugia, porque no estás aquí y no volverás.

dulzura del amanecer
Extrañaba sus ojos diminutos y luminosos, su boca casi divina, pequeña pero implacable. Tu nido de gorriones, rebeldes y sacacorchos.
Extrañaba tu piel morena, tan sensible que mi boca la agitaba, tan fuerte que estaba adornada con suturas, de las que estás orgulloso, de las que muestras como broches.
Extrañaba tu sexo, caliente y siempre húmedo, tu sexo revelador, el abrazo de mis pasiones, la puerta siempre abierta.
Echaba de menos sus piernas firmes y peludas, la díada adecuada para representar mis frustraciones.
Extrañaba tu ser, tu sonrisa enfermiza, la vibración de tu voz, tu compañía, tu paz y tu rabia.
Amor, hoy me desperté pensando en tu terrible dulzura.

Selección de textos Roberto Cifuentes Escobar.

INICIAR SESIÓN PARA DESCARGAR EL SUPLEMENTO CULTURAL

By Raymi Casanova

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